11.7.14

Descubre tu esencia



Compruebo una y otra vez que al darle tanto poder a nuestro ego –casi siempre sin ser conscientes de ello- nos identificamos con él (a todos nos gusta el poder, y nos hace sentir seguros) y corremos el peligro de olvidarnos de quién somos realmente. Al perder de vista nuestra esencia, cortamos la conexión con lo que nos da vida y caminamos arrastrándonos y sin rumbo. Porque además de fuerza, nuestra esencia nos da sentido. Es en base a ella que encontramos el propósito de nuestra vida. 

Desde muy pequeña, mi esencia es comunicación, conexión y compasión, y por ello me gratifica tanto lo que hago actualmente: por un lado tengo recursos naturales para hacer coaching y lo que me reporta el contacto y la interacción con las personas me realimenta para seguir dando. Cuanto más me doy, más puedo ofrecer. La esencia no se acaba nunca, no se gasta como los bienes materiales, no se consume. Por el contrario, cuanto más la despliegas, más crece y se afianza porque en ese despliegue, en ese compartirse está el secreto de su pervivencia y de su expansión. 

La esencia de cada uno no tiene sentido si no sale al exterior en dirección a los demás. Sería como un perfume guardado siempre en su frasco. Si no se abre, no percibimos su fragancia. Existe, pero es como si no existiese. Hay que sacar el tapón para que su esencia se expanda y es precisamente en los sentidos de las personas que lo huelen, es decir, en los otros, donde el perfume se convierte en olor, se hace presencia, despliega su “ser”.

Hay maderas que sirven para hacer muebles, otras para hacer vigas, cucharas de palo o tablas de cocina. Y con otras se hacen arcos y flechas o instrumentos de música. Y es la composición de la madera, sus características la que la hace más apropiada para un fin o para otro, sin que un fin sea mejor o peor porque todos son necesarios y dignos.

De ahí la importancia de mirar hacia adentro y reconocer de qué madera estamos hechos, porque eso nos da la pauta para ver qué manera de vivir nos hará más felices. Y sobre todo nos evita perder el tiempo intentando hacer cosas que no nos corresponden o que no estamos llamados a hacer y que simplemente nos atraen porque vemos que a otros les hacen felices o les proporcionan la aprobación o el reconocimiento que buscan.

A los jóvenes que tienen que decidir sus estudios y su orientación laboral se les explican las opciones, las necesidades del mercado, se les muestran referentes de personas que han logrado éxitos en lo profesional, se les habla de lo que pueden lograr si se aventuran en una u otra dirección. Y en realidad no se trata tanto de motivarlos con lo que pueden CONSEGUIR tomando una opción determinada, sino de lo que pueden SER.

Es decir, se trataría de mirar más hacia adentro que hacia afuera, de descubrir cuál es su esencia y discurrir la mejor forma de canalizarla. Todo lo que hagamos que esté alineado con nuestra esencia nos dará plenitud y paz. Lo que decidamos sin tener en cuenta quienes somos esencialmente nos provocará intranquilidad, malestar, ansiedad. Estas sensaciones no son más que una señal de nuestro cuerpo que nos avisa de que hay algo en nuestra vida que no está de acuerdo con nosotros mismos y nos invita a encontrar qué es y a modificar el rumbo.

Una de las palabras de moda actualmente es “reinventarse”. Reinventarse no es más que orientar la vida de cada uno en base a la propia esencia. Una esencia que ha estado ahí desde siempre, pero que tal vez he ignorado o no he sabido encontrar por haberme identificado de forma exclusiva con mi ego.

El coaching ayuda a descubrir cuál es tu esencia, a ver de qué madera está hecha cada persona y a decidir tu vida desde ella. Si no tomamos conciencia de nuestra esencia, podemos pasarnos la vida respondiendo simplemente a las demandas de los seres y de las situaciones que nos rodean o a nuestra necesidad de ser fieles al personaje que nos hemos ido creando. Y ocupados en ese empeño, dejamos de descubrir el tesoro que llevamos dentro y que da sentido a nuestro existir.