25.4.21

Atiende tus necesidades sin esperar a que otro lo haga…y dejarás de enfadarte



En el transcurso de una charla sobre la ira, me pregunta una de las asistentes: “¿Y éstas personas que siempre están enfurruñadas por todo y con todos?”

Personas enfadadas permanentemente con el mundo. Personas que no han comprendido que la vida es como es, no como ellas piensan que tiene que ser. 
Que la realidad lleva su propia dinámica y no tiene por qué ajustarse a cómo creo yo que han de ser las cosas. Personas que se resisten a conjugar el verbo aceptar.

De todos los aspectos de la realidad -que tantas veces me cuesta - el único en el que puedo incidir directamente SOY YO.

¿Qué puedo hacer por mí para que la realidad me resulte más aceptable?

Salir a la calle con mis necesidades cubiertas.

Es evidente que si tenemos hambre, sueño o no nos sentimos queridos estamos más irascibles y cualquier contratiempo nos hará enfadar con más facilidad. El alimento, el descanso, el afecto, son necesidades comunes a todos los seres humanos. De pequeños aprendemos la importancia de adquirir los hábitos de alimentación y descanso, pero no el de darnos afecto. Algunas personas me preguntan: 

“¿Cómo se hace esto de quererse a uno mismo?” Es tan fácil como velar por tu bienestar. Implica pararte a descubrir qué cosas te hacen sentir bien. La respuesta a esta pregunta es única y exclusiva de cada persona, porque responde a sus características individuales. A su esencia.

Todos hemos vivido alguna vez un momento tan agradable o pleno que nos ha hecho pensar: “Después de esto, pase lo que pase hoy, ya me ha valido la pena el día”. El abanico de momentos sencillos de plenitud es infinito: haber presenciado la salida del sol, escuchar una música preferida, una meditación, un café con un amigo, sentirte a gusto con lo que llevas puesto o pasar a dar un beso a un ser querido antes de ir a trabajar. Puede que no sean cosas objetivamente imprescindibles, pero si las hago, me siento muy bien. Si no, parece que me falta algo. Y cuando de buena mañana voy por el mundo con esa sensación de escasez, cualquier contratiempo se suma a esta carencia y hace que el mundo me parezca más hostil de lo que en realidad es.

Madurar es también tomar conciencia de qué cosas hacen que me sienta bien en mi piel y procurármelas. El niño reclama que sus padres lo atiendan porque él no tiene los recursos para hacerlo. 

La persona que espera que los demás velen por él se ha quedado en la infancia: genera relaciones dependientes y se queja cuando los otros le fallan. Cada vez que alguien me “falla” me está invitando a preguntarme: 

¿Me estoy dando yo lo que reclamo a esta persona?


Adulto es el que asume la responsabilidad de su persona y por lo tanto de cubrir sus necesidades. 

🔎Muchas veces no las satisfacemos porque no nos hemos tomado el tiempo necesario para des-cubrirlas

🔎Otras veces las en-cubrimos: los horarios laborales, la llegada de los hijos, la enfermedad de un familiar cercano hacen que dejemos de tener tiempo para nuestras cosas y acabamos olvidándonos de aquello que nos cargaba las pilas: cantar en una coral, bailar salsa, leer, meditar, hacer deporte a alguna hora del día, quedar con tal persona... 

🔎Y si las descuidamos nuestro ser se resiente porque le estamos enviando el siguiente mensaje: “Tu bienestar no importa.” Le exigimos que rinda, pero no le damos alimento suficiente como para que se halle en disposición de rendir. Y de gozar. No es de extrañar, entonces, que a la mínima, salte. 

Puede que el motivo aparente de mi enfado sea externo, pero lo cierto es que la insatisfacción interna es el caldo de cultivo perfecto para que esa chispa exterior prenda en mí el fuego de la ira. Si atiendo a mis necesidades –me atrevería a decir espirituales, en el sentido que afectan al espíritu con el que me muevo por el mundo- esas chispas se apagan en contacto con mi paz interior.

¿Te has parado a pensar en lo que necesitas para funcionar bien?

 ¿Qué mínimos debes cubrir TU para caminar con energía, motivación y tranquilidad? Una vez detectes qué cosas te llenan hazles un hueco en tu agenda todos los días, por mínimo que sea. Decide cuáles son irrenunciables y respétalas. Ese acto diario de respeto por ti te dispone hacia la realidad en actitud agradecida y serena. Te sorprenderás de lo mucho que se reduce tu irritabilidad.


Me encanta leer la reacción a mis reflexiones, y me ayuda un montón, por lo que os ruego que si queréis enviar algún comentario lo hagáis a mi correo (mos@mentor.es), en mi página de Facebook, en Instagram o los escribáis en la casilla de comentarios que aparece debajo del post en este blog.

Gracias por estar ahí y leerme. Sin vosotros, todo esto no tiene ningún sentido.

Marita Osés



4 octubre 2016

5 comentarios :

  1. y hay veces que vas, lees un post y te acuerdas de cosas que habías descubierto y que te vas olvidando... así que voy a hacer una llamada a esa persona especial con la que me encanta comer. Te ai lov iu a lot, Marita. Besos de lunes

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  2. Este artículo me ha resultado muy revelador ¡Gracias infinitas!

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    1. Me alegra que haya podido serte de utilidad. Gracias a ti!

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  3. nos olvidamos tantas veces de nosotros mismos!!! yo m identifico en muchísimas cosas y quién diga q él no, miente. Es una carrera de fondo en la q no t puedes despistar ni un minuto.
    Gracias Mery❤️

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    1. Muchas gracias por expresar tu sentir Merry. Aquí me tienes para lo que necesites. Un abrazo.

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